La
maestra de
piano
que me
golpeaba
los dedos
contra el
teclado
hizo que me
quede sin
dedos,
sin manos,
por no sentir
un con
tacto tan
malvado.
La
que me
desabonó
de mis manos
estará, hoy,
también
igual?,
en su casa
con
su gato y su
madre
y alumnos
mal
vones
que nunca
volverán
a tocar
piano?
Solos, ni ella ni yo
pudimos
hacerle el amor
al piano.
Dos, ella y yo
tan iguales
en nuestras
vidas
con golpes
de piano.
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