martes, 22 de septiembre de 2015

Ulyses

Esta mañana soy Esteban Dedalus
esperando de una mujer, Irlanda,
el pan, la leche y la miel esenciales.
En tanto el dios,
 con su fálica flauta ejecuta
una música auspiciosa y vengativa 
que, como Esteban Dedalus, como yo,

se asombra de ser.



La casa


Hay, sobre la mesa redonda
un tablero donde duermen
fatigadas figuras de marfil
y una mantilla que riega
por los siglos de los siglos
largos listones de rojo pino.

Hay una muñeca de raso
sentada en el nécessaire.
Sombreados de pestañas,
sus ojos de falso rubí
preguntan las preguntas
de una cabeza hueca.

Por los cristales entran las venas del día.

Un gusano cola del diablo  taladra enciclopedias.

Sobre el escritorio, el bisturí de alpaca
custodia el retrato del abuelo.

Todos han muerto, yo no los seguiré.


Yo moriré en una plaza, en la playa,

rodeado de árboles y pájaros.





Alejandra


Ese imán abstracto
nos hubiera fundido, lo sé.

Una sola mirada hubiera bastado
para darnos muerte.

Ya desesperaríamos
por separarnos más.

Nada se une mejor

que dos abismos.




Canción



La verdadera puerta de los sueños

es tu voz diciéndome hasta mañana,

la puerta verdadera de los juegos

abierta para mi bajo tus brazos,

la puerta del jardín más verdadero:

tu voz diciéndome buen día,

la puerta de la vida verdadera.





Sol de invierno



No asoma, se yergue sobre el horizonte
desvelando a los pájaros,
urgiendo a la niebla
que aún moja
temblorosa mi ventana,
cuando, aún dormido,
intento ser pájaro,
niebla, temblor,
por la mágica acción
de la palabra.

Pero él, firme, caudaloso,
no me da sus tesoros:
sólo luz,
 que fluye
en el azul 
que ciñe
 árboles y flores.
Así eras cuando, en el otoño,
venías a mi por sendas de oro
y yo, ingrato, pensaba

que ya no te quería.

La nube.



Sobre el río,
y lejos de mi ventana,
y abarcando un gran paño del cielo,
una nube,
se asienta triangular como una montaña
de faldas grises y perfiles de hielo
al modo de una estampa
japonesa, aquí, en la llanura
húmeda del inmenso río,
donde no hubo jamás montañas
sino suaves colinas y arboledas
y senderos verticales de humo.

Ella es mi montaña,

Llegó hasta aquí porque no pude
ir  hacia ella todavía.


miércoles, 9 de septiembre de 2015

Amor y Belleza




...Y así lo dice el antiguo maestro,
que no eres bella porque son bellos tus ojos
ni porque son bellas tus manos
ni porque es bella tu boca,
sino que eres bella porque participas
de la belleza en sí, la belleza que es sólo belleza,
sin manos, ni boca, ni ojos, y así cuando muera
iré a contemplar la Belleza, y recordaré
lo que vi en tus ojos,
lo que vi en tus manos,
lo que vi en tu boca...



29/12/07

A Jaqueline Du Pre



Eres un nido.
Alojas  un hombre en tus brazos, tus piernas.

Un hombre llegó al colmo del aturdimiento:
tumbado a tus pies hunde en tu seno el rostro,
confía su cuerpo moribundo a tus caderas.

Y  tú,
destejes y tejes su destino liado a sus cabellos
con dedos dulces y sabios,  como jugando:
alivias su dolor con una blanda caricia del arco;
como un ángel que  pliega las alas
de otro ángel caído.

Suaves armonías
demoran su sueño y su duelo.

Un acto milagroso 
sólo por ti  posible
abre sus oídos.



28/1/14