lunes, 18 de enero de 2016

Responso





La luna suavizaba su brillo en las baldosas rosas del patio
Teníamos la vaga conciencia del jazmín.

Una brisa traía de las estrellas lejanas
un mensaje milenario y misterioso.

Ceremoniosos sonaban violines y bandoneones.

Alguien propuso: 
- Bailen un tango, Lelia y Rodolfo.

Y después de unos amagues, se juntaron.

Se hizo la rueda, y esperaron, como recordando.
Y comenzaron a pasearse por el caminito
que le trazaba la música a los pies.

Ella tenía los labios rojos, el vestido negro y un prendedor con falsos rubíes.
El, un traje oscuro y el pañuelo perfumado asomando en el bolsillo.

Uno, que no olvidó,
los mira.




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